(Selva Almada, Ladrilleros, pg. 58, 2013)
(Selva Almada, Ladrilleros, pg. 58, 2013)
Todo cuanto el hombre expone o expresa es una nota al margen de un texto borrado del todo. Más o menos, por el sentido de la nota, obtenemos el sentido que había de ser el del texto; pero queda siempre una duda, y los sentidos posibles son muchos.
(Fernando Pessoa, Desasosiegos, fragmento 148.)
No hay, al principio, nada. Nada. El río liso, dorado, sin una sola arruga, y detrás, baja, polvorienta, en pleno sol, su barranca cayendo suave, medio comida por el agua, la isla. El Gato se retira de la ventana, que queda vacía, y busca, de sobre las baldosas coloradas, los cigarrillos y los fósforos. Acuclillado enciende un cigarrillo, y, sin sacudirlo, entre el tumulto de humo de la primera bocanada, deja caer el fósforo que, al tocar las baldosas, de un modo súbito, se apaga.Vuelve a acodarse en la ventana: ahora ve al Ladeado, montado precario en el bayo amarillo, con las piernas cruzadas sobre el lomo para no mojarse los pantalones. El agua se arremolina contra el pecho del caballo. Va emergiendo, gradual, del agua, como con sacudones levísimos, discontinuos, hasta que las patas finas tocan la orilla.
(Juan José Saer, Nadie nada nunca, 1994)