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Palabras

Arnaldo Calveyra, Poesía reunida

Mirada

Selva Alamada, Ladrilleros

Triste final

Carlos Busqued, Bajo este sol tremendo

El nuevo legado de Mario Benedetti

Libros con apuntesl del poeta uruguayo

Despedida

José Emilio Pacheco despide al poeta Juan Gelman

Lectura recomendada

 
Ciudad de México, 16 enero (SinEmbargo). Mario Benedetti (1920-2009), de quien se cumple este año el quinto aniversario de su muerte, alberga un importante legado objeto de estudio: las anotaciones que escribió en los márgenes de sus libros, que revelan a un poeta comprometido con su tiempo y perfeccionista con su obra. Esos apuntes reflejan que muchas veces sometía a correcciones sus propios ejemplares después de haber sido editados, como si fuera un corrector de pruebas de sí mismo, ha resaltado, en una entrevista a Efe, la directora del Centro de Estudios Iberoamericanos de Mario Benedetti (CeMaB), ubicado en la Universidad de Alicante, Eva Valero. El autor de La tregua, quien vivió parte de su exilio en la capital de España, donó en 2006 a la Universidad de Alicante, con la que mantenía una estrecha relación, esta biblioteca personal madrileña, integrada por más de 6 mil ejemplares que se pueden consultar en las nuevas instalaciones del CeMaB inauguradas en septiembre pasado.
Sus fondos contienen al “literato comprometido con su obra, al escritor del compromiso social, al escritor amigo de los autores contemporáneos y al estudioso”, ha resumido Valero. El abundante material de esta biblioteca está dividido en tres secciones: literatura (que cuenta con ediciones con la dedicatoria a Benedetti de sus autores y libros comprados por el propio literato), revistas (sobre todo, de temas latinoamericanos) y un apartado denominado general (antropología, cine, sociología, economía e, incluso, fútbol, entre otros ámbitos del conocimiento). Esta última sección también es “muy interesante”, según Valero, porque consta de ejemplares con subrayados con rotulador de color amarillo y anotaciones del poeta, que “dan la medida y la dimensión de su preocupación social, histórica y política”. “La derrota es una acción. El exilio es una acción. Sueños de acción (…) la literatura es un producto social”, reflexiona Mario Benedetti en uno de sus apuntes.

LA CURIOSIDAD DE UN ESTUDIOSO

Curioso estudioso y preocupado por todo lo que sucedía a su alrededor, tenía asimismo en su biblioteca de Madrid, del exilio, obras de escritores coetáneos, muchos de ellos amigos suyos: el recientemente fallecido Juan Gelman, el cubano Roberto Fernández Retamar, Ángel González, José Luis Sampedro, Maruja Torres, Juan Madrid, Luis García Montero, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar, entre otros. De la lectura de esos y otros autores extraía frases e ideas que le habían llamado la atención y las escribía como tesoros en folios que los dejaba entre las páginas de los ejemplares una vez leídos. Como dato curioso, se han hallado dentro de sus libros “pequeños papeles donde anotaba algunos poemas suyos que iba a leer en un recital, lo que delata qué era lo que le gustaba a él de su propia obra”, así como muchísimos recortes de prensa, ha señalado Valero.
Además de promover actividades literarias y culturales en relación con América Latina, uno de los objetivos del CeMaB, según ha resaltado su directora, es la reconstrucción de la figura del escritor uruguayo, de su vida y de su obra a partir de su biblioteca personal, en colaboración con la Fundación Mario Benedetti, de Montevideo.
 
Con información de efe
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/17-01-2014/873412.

Ciudad de México, 16 enero (SinEmbargo). Mario Benedetti (1920-2009), de quien se cumple este año el quinto aniversario de su muerte, alberga un importante legado objeto de estudio: las anotaciones que escribió en los márgenes de sus libros, que revelan a un poeta comprometido con su tiempo y perfeccionista con su obra. Esos apuntes reflejan que muchas veces sometía a correcciones sus propios ejemplares después de haber sido editados, como si fuera un corrector de pruebas de sí mismo, ha resaltado, en una entrevista a Efe, la directora del Centro de Estudios Iberoamericanos de Mario Benedetti (CeMaB), ubicado en la Universidad de Alicante, Eva Valero. El autor de La tregua, quien vivió parte de su exilio en la capital de España, donó en 2006 a la Universidad de Alicante, con la que mantenía una estrecha relación, esta biblioteca personal madrileña, integrada por más de 6 mil ejemplares que se pueden consultar en las nuevas instalaciones del CeMaB inauguradas en septiembre pasado.

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Ciudad de México, 16 enero (SinEmbargo). Mario Benedetti (1920-2009), de quien se cumple este año el quinto aniversario de su muerte, alberga un importante legado objeto de estudio: las anotaciones que escribió en los márgenes de sus libros, que revelan a un poeta comprometido con su tiempo y perfeccionista con su obra. Esos apuntes reflejan que muchas veces sometía a correcciones sus propios ejemplares después de haber sido editados, como si fuera un corrector de pruebas de sí mismo, ha resaltado, en una entrevista a Efe, la directora del Centro de Estudios Iberoamericanos de Mario Benedetti (CeMaB), ubicado en la Universidad de Alicante, Eva Valero. El autor de La tregua, quien vivió parte de su exilio en la capital de España, donó en 2006 a la Universidad de Alicante, con la que mantenía una estrecha relación, esta biblioteca personal madrileña, integrada por más de 6 mil ejemplares que se pueden consultar en las nuevas instalaciones del CeMaB inauguradas en septiembre pasado.

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Ciudad de México, 16 enero (SinEmbargo). Mario Benedetti (1920-2009), de quien se cumple este año el quinto aniversario de su muerte, alberga un importante legado objeto de estudio: las anotaciones que escribió en los márgenes de sus libros, que revelan a un poeta comprometido con su tiempo y perfeccionista con su obra. Esos apuntes reflejan que muchas veces sometía a correcciones sus propios ejemplares después de haber sido editados, como si fuera un corrector de pruebas de sí mismo, ha resaltado, en una entrevista a Efe, la directora del Centro de Estudios Iberoamericanos de Mario Benedetti (CeMaB), ubicado en la Universidad de Alicante, Eva Valero. El autor de La tregua, quien vivió parte de su exilio en la capital de España, donó en 2006 a la Universidad de Alicante, con la que mantenía una estrecha relación, esta biblioteca personal madrileña, integrada por más de 6 mil ejemplares que se pueden consultar en las nuevas instalaciones del CeMaB inauguradas en septiembre pasado.

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El nuevo legado del poeta uruguayo Mario Benedetti: las anotaciones manuscritas de sus libros

DESPEDIDA

José Emilio Pacheco despide a Juan Gelman. La vida de Juan Gelman fue una lucha incesante contra el crimen de estado, la violencia, la injusticia. También resultó una batalla con el lenguaje, combate que le permitió hacer lo que nunca se había escrito ni se volverá a escribir.
Su existencia estremecida por todas las tempestades tuvo la recompensa de hallar algo que ya casi no existe: un final feliz. Murió sereno, sin dolor, en su lecho, en su casa, rodeado por los seres que más amó en la vida. Se fue para nuestra tristeza inconsolable pero antes de irse nos dejó dos grandes tomos indestructibles que contienen todos sus libros de poesía, la poesía de quien era hasta el martes pasado el mejor poeta vivo de la lengua y a partir de ese momento es uno de nuestros clásicos modernos.
Quise mucho a Gelman y lo admiré desde el primer poema suyo que leí. Conversé con él durante más de treinta años. Con todo, no puedo atribuirme el papel de amigo íntimo, aunque sí irrefutablemente el de lector íntimo que nunca ha interrumpido el diálogo con sus libros. A partir de ahora son aun más poderosos: ya nos hablan no de la muerte sino desde la muerte.
Me encantaba su manera tan discreta y tan modesta de leer en público, casi en voz baja. Para llegarnos tan hondo no necesitaba nada más que su sinceridad desgarrada, su oído infalible, su invención de nuevos ritmos y de nuevas palabras. Era por otra parte el hombre más humilde, más generoso y más cordial que recuerdo.
Juan Gelman no volverá pero tampoco se irá nunca.

Palabras


Palabras a no dudarlo, palabras, no otra cosa. Palabras en lugares, las mismas en diferentes textos, palabras vueltas del revés desde la primera letra. A punto de poema. Halladas en ocasiones en lindes de un olvido, en manos aún torpes de aprendices de sol y de sombra, ¿poesía qué, cuándo, poesía cómo? 
Acentos tales. Palabras que quieren decirnos algo oculto desde siempre por las parcas de los sueños, escondido entre los pliegues.

Arnaldo Calveyra, Poesía reunida, pg. 243, 2008)

Mirada

Si ella empezó a desperdirse de él cuando nació Pajarito, él empezó a despedirse de ella bajo el sol furioso de un mediodía, mientras descansaba sobre la pala, las patas hundidas en el barro, la espalda ardida; los ojos, dos puñaladas de odio.

(Selva Almada, Ladrilleros, pg. 58, 2013)

Triste final


Eran las cuatro de la tarde. El silencio era casi completo, no soplaba la más leve brisa. Únicamente un sutil entramado de ruidos: terrones de tierra reseca rompiéndose bajo los zapatos, los ratones o lagartijas escondiéndose a medida que ellos se acercaban. A mitad del pasillo principal había una estatua que representaba a Cristo en ademán de alegre bienvenida. La estatua era fea, desproporcionada (las piernas cortas, un torso casi de boxeador, brazos largos, las manos grandes, un poncho gaucho al hombro) y emanaba cierta desolación como esos personajes de Disney mal dibujados en las calesitas de barrio. Con la pala en la mano siguió a su madre hasta la parte más alejada del cementerio. Después de equivocarse un par de veces, la mujer se detuvo frente a una pequeña tumba hundida y sin flores, señalada tan sólo por una cruz de madera muy castigada por los años y la intemperie. En el centro de la cruz había una chapa en forma estilizada de corazón, de color negro y con una borrosa pero legible inscripción en blanco. Dejó la bolsa sobre el piso a un costado.

—Acá es. Pasame la pala.

—Cómo vas a ponerte a cavar vos, te va a hacer mal.

No pudo evitar un escalofrío cuando leyó, pintado en el corazón de lata: “Daniel Molina 2-12-1972/10-4-1973”. Miró a su madre. Ella miraba el suelo hundido.

—Pobrecito, todos estos años bajo este sol tremendo.

(Carlos Busqued, Bajo este sol tremendo, pgs. 72-73, 2009)

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